Literatura y naturaleza IV


Pasando a la explicación de lo sobrenatural y la creación del mundo en las culturas prehispánicas, tenemos uno de los testimonios literarios más antiguos de Mesoamérica: el Popol Vuh. Este libro maya sobre el origen de la Tierra, nos cuenta que

Al principio, todo estaba suspenso, en calma y en silencio. Todo estaba sin movimiento porque la extensión del cielo estaba vacía. No había gente, animales, pájaros, peces, cangrejos, piedras, barrancos ni montañas; solamente el cielo estaba ahí, sin nada. La tierra aun no existía y no había nada que pudiera hacer ruido. Todo estaba en silencio y solamente el mar estaba ahí, quieto en la oscuridad. Solamente los Creadores y Formadores, Tepew y Q’uk’umatz, estaban sobre las aguas, rodeados de luz y cubiertos con plumas verdes y azules. Ellos eran sabios y grandes pensadores, porque eran los ayudantes del Corazón del Cielo, que es el nombre de Dios. Tepew y Q’uk’matz se reunieron y juntaron sus palabras y sus pensamientos. Entonces decidieron crear los árboles y los bejucos. Por la voluntad de Corazón del Cielo, que también es llamado Juraqan, ellos crearon las plantas de la oscuridad y dieron vida al ser humano.

De este modo, tras crear la vegetación, dieron origen a los animales para tener sonidos y movilidad sobre la Tierra, y luego al ser humano. Para crear a este último, usan elementos de la naturaleza, siendo el primero de ellos el barro; sin embargo, al darse cuenta de que no era un material resistente y notando que el primer intento de hombre comienza a derretirse, hacen uso de la madera. Esta raza humana ya no se derritió aunque, al estar hecha de palo, olvidó hablar y adorar a su Dios al carecer de razón y alma, además de tener una cara dura, seca y sin expresión. Por este motivo, Corazón del Cielo decidió destruirlos mediante un diluvio, para luego devastar a los sobrevivientes por medio de los animales, como el zopilote que sacó sus ojos, el jaguar que los devoró, y el puma que les quebró los huesos para sacarles el tuétano. A esto, se añade que sus descendientes son los monos, y que por esto se parecen a los hombres. Finalmente, crearon a los seres humanos por medio del maíz blanco.

En cuanto a la cultura azteca, también es posible encontrar varias referencias literarias a la naturaleza. Por ejemplo, existen varios cantos anónimos del siglo XVI en donde es posible observar alusiones a plantas, animales y los astros; el principio de estos cantos dice:

Consulto con mi propio corazón:
“¿Dónde tomaré hermosas fragantes flores? ¿a quién lo preguntaré?

¿Lo pregunto, acaso, al verde colibrí reluciente,
al esmeraldino pájaro mosca? ¿lo pregunto, acaso, al áurea mariposa?
Sí, ellos lo sabrán: saben en dónde abren sus corolas las bellas olientes flores.
Si me interno en los bosques de abetos verde azulados,
               o me interno en los bosques de flores color de llama,

ahí se rinden a la tierra cuajadas de rocío, bajo la irradiante luz solar,
ahí, una a una, llegan a su total perfección.



Asimismo Nezualcoyotl, monarca en el Texcoco del México antiguo y poeta del siglo XV, alude a la naturaleza mortal del ser humano en sus Liras, lo que es notable en la siguiente estrofa:

Yo tocaré, cantando,
El músico instrumento sonoroso;
tú, las flores gozando,
danza y festeja a Dios que es poderoso;
gocemos hoy tal gloria,
porque la humana vida es transitoria.

Para culminar diciendo que

¡Ojalá los que ahora
juntos nos tiene del amor el hilo
que amistad atesora,
viéramos de la muerte el duro filo!
Porque no hay bien seguro:
que siempre trae mudanza lo futuro.

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